LA DEL SOMBRERO DE PLUMAS.
YulkyCary Valparaíso 26 abril 2011
Me detengo en el guardavecino balconero, José Martí, anida allí,
fronterizo a la tijeras sin puntas de manualidades de la abuela
y, las rosas blancas comprometidas con la historia insomne y, coloreada de sangre mambisa, otrora libertaria. Dolorosamente trasgredida.
Y la niña de sombrerito frágil.
Ya no esta, no se le ve, ni se le nombra, mientras;
robustece su rostro nacarado, no precisamente en la fina mar de espumas.
Por esa travesía pletórica y, eterna
en buscar de la luna, que ya no entibia añoranzas de cristal.
La joven de mar de sol, no esta allí. Ya, allá no esta la muchacha,
donde su aro de papel y arena fina, presuponían juegos
y cantos de niños, a la rueda rueda y, palomas de papel.
Veo y no veo y, niego, la epifanía desgarrante
de mares inconmensurables, ditirámbicas peripecias de voces forasteras.
Desde muy adentro el desconcierto.
Afuera el holocausto, y tantos y, tantos; me despido,
adiós, hasta prontos eternos. Recuérdeme; te quiero.
Y la mujer extravió su rostro encendido, pletórico,
escamándosele el alma adulta, en su destierro blanco incoloro,
otrora exilio, otrora fuga, éxodo… Ajusticiada eternamente
del guardavecino balconero. Enalteciendo travesuras
de pequeñuela. Cuando el sol natal,
le mestizaba la sonrisa.
